Teresita y el camino del sacrificio - I
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- Creado en Domingo, 10 Febrero 2008 11:42
- Última actualización el Domingo, 02 Marzo 2014 17:54
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A pesar de estar acostumbrados a ver a Teresita en su caminito de pétalos de flores....Su famoso "pequeño camino" también fue, y principalmente un camino de sacrificio, un camino de calvario.
El verdadero aspecto de la espiritualidad de santa Teresita no es bastante conocido. Persiste aún cierto acento puesto sobre las rosas y las sonrisas. Las estatuas color de rosas y las fotografías son todavía un velo para que el mundo descubra una de las espiritualidades más vigorosas de la Iglesia. Ella es una santa mucho mayor de lo que hace suponer el estilo que usó en sus escritos y diminutivos de su nombre; esta grandeza consiste precisamente en la comprensión de la santidad como búsqueda incansable de Dios; no solamente el Niño Jesús de Belén y Nazaret, sino sobre todo el Jesús del Calvario y de la Cruz. En los espasmos de su agonía, ella exclamará un día: Sólo puedo explicar el sufrimiento en mi gran deseo de salvar almas, resumiendo así, en su lecho de muerte, la idea básica de espiritualidad: apostolado y sufrimiento. Considerada bajo esta luz, su vocación está lejos de ser el capricho de una niña. En toda su vida ella tomó del Evangelio no sólo la frase "si no se hacen como niños", sino también aquella otra: "Si alguien quiere venir detrás de mí, tome su cruz de cada día y que me siga".
A partir de aquí descubramos juntos algunas espinas que punzaron el corazón de Teresa.
Estamos en Roma, 20 de noviembre de 1887, en la famosa audiencia papal que hemos descrito. La santa termina de levantarse o, mejor, de ser arrancada de los pies de León XIII por los guardias nobles del Vaticano. Durante meses ella había estado luchando por obtener de las autoridades eclesiásticas el permiso para entrar al Carmelo a los quince años. Una por una, las puertas se les fueron cerrando con estruendos. En su ansia de inmolación, la joven resuelve recurrir al Papa. León XIII declina intervenir, aconsejando que se haga lo que los superiores determinen... Era una muralla que Teresita no podría sobrepasar. Era el rechazo del propio Dios. Aquí tenemos una de las espinas más agudas que punzaron el corazón de santa Teresa. Esa adolescente que se lanza a una especie de "sepulcro en vida", dentro del claustro, con más ardor que el de sus compañeras al buscar el noviazgo y el matrimonio, ve, de repente, alzarse delante de sí, en un gesto de rechazo, la mano del vicario mismo de Cristo. Era como si Dios mismo, que la invitaba a entrar, le hubiese cerrado la puerta en la cara. La pobre niña, acongojada por el mayor dolor de su vida, escribe así a su hermana Paulina, desde Roma misma, el mismo día 20 de noviembre: "No puedo decirte cómo me sentí aniquilada y abandonada..., tengo el corazón pesado... Pero Dios me dio coraje para superar esta prueba... Yo soy la pelota del Niño Jesús: si él quiere romper su juguete, puede hacerlo; él es libre, y yo quiero todo lo que él quiere".
He ahí la comparación infantil en su contexto. Infantilismo, manera pueril de hablar..., dirían tal vez los que no pasan de la cáscara externa de las palabras. En realidad, se trata de una gran virtud: la conformidad perfecta con la voluntad de Dios, que busca expresarse en una imagen infantil. Además, pocas imágenes expresarían mejor el estado de ánimo de Teresa en aquellas circunstancias. La pelota rota por el niño -el Niño Jesús- para descubrir qué hay dentro, añade un elemento de sufrimiento y dolor a la idea simple de la conformidad y la aceptación. Jesús puede, entonces, no solamente jugar con su pelota, haciendo con ella lo que desee, sino que hasta puede romperla, haciéndola sufrir, abriéndole el corazón para ver lo que hay dentro; para ver si, en aquel entusiasmo de hacerse carmelita a los quince años, hay verdadera vocación sobrenatural o simple fuego de paja de una niñita sentimental, que quiere imitar el gesto de su hermana mayor, que idolatraba. La comparación será, entonces, infantil en su forma externa; pero la realidad que ella encierra en su simbolismo refleja la virtud de un alma adulta.
Santa Teresita habla mucho de flores. En su lecho de muerte , deshojaba rosas sobre el crucifijo, de donde provino su imagen universal, un cuadro pintado por su hermana Celina, que la representa teniendo en los brazos un crucifijo cubierto de rosas. Prometió hacer caer del cielo una lluvia de rosas, después de su muerte. Es necesario remarcar que las rosas solo las tenía en el estilo o en su modo de escribir; la realidad de su vida contó también con espinas.
Es indispensable, para una verdadera comprensión de la santa, verla no solamente como "Santa Teresita del Niño Jesús", sino como "Sor Teresa de Niño Jesús y de la Santa Faz", como era su nombre oficial en el Carmelo de Lisieux. Sus dos polos: Belén y el Calvario. Quien la ve solamente en Belén, con sus "juguetes de Jesús", falsea su verdadero perfil espiritual , cuyas líneas maestras fueron copiadas del rostro ensangrentado del Redentor. Todo su programa de vida cristiana y religiosa recorre esta relación mística entre Nazaret y la Cruz.
Y es lo que bien resumen los versos de esta poesía suya:
Jesús, cuando te veo, sostenido por
tu Madre,
dejar sus brazos y,
vacilante, intentar en nuestro mundo triste
los primeros pasos.
Tus pasos infantiles yo quiero, en el misterio,
seguir en la vida.
Quisiera también emular, en el Calvario,
tus últimos pasos.
"El no tenía esplendor ni belleza; nosotros lo vimos y... su rostro estaba cubierto y despreciado; ¡no lo tuvimos en cuenta para nada!" Yo también quisiera ser así, sin esplendor ni belleza, desconocida por todas las criaturas. (Historia de un Alma)
Extraido del Libro: Teresita, la que encontró el amor de Héber Salvador de Lima